La subdivisión del Reino
Para entender la división principal entre lo masculino y lo femenino, consideremos el subconsciente como femenino y el consciente como masculino. Hemos aceptado conscientemente que la parte superior es la cabeza – que es la parte masculina-, y que es el “rey”. Las emociones subconscientes que residen en el cuerpo son femeninas y “debajo” del rey. La división entre estas dos partes nuestras ha penetrado profundamente a la conciencia humana, y es la causa principal de muchas de las enfermedades y sufrimiento de la Tierra.
La cabeza (o la mente consciente) usualmente existe a expensas del cuerpo (o la mente subconsciente). Para complicar aún más las cosas, con la ascensión de la cabeza “al trono”, se transforma en auto consciente, que es el nacimiento del ego. Sabiendo que no es el legítimo “heredero”, pero con todos los recursos de la mente y la razón ahora a su disposición, este “rey” bastante inseguro “asesina” al cuerpo y al corazón. El rey ahora indiscutible (la mente consciente) continúa viviendo sólo en su castillo encantado en la cima de la colina, recorriendo los salones vacíos de poder como un fantasma en una casa de espejos.
El problema para la mente consciente, como hemos visto, es por supuesto que la mente subconsciente realmente no ha muerto. La mente consciente no la puede destruir porque están ́íntimamente conectados, ya que la cabeza como hemos visto – le guste o no -, esta ́ sujeta a impulsos químicos enviados desde el sistema nervioso central del cuerpo. Para el disgusto constante de la mente consciente, la mente subconsciente, como una esposa silenciada, continua pataleando, exigiendo ser escuchada. Esta dualidad por lo tanto perpetua eternamente el estado de guerra civil.
La creaci ́on del Ego
Esta polarización de lo masculino y lo femenino se construye sobre la creencia de que necesitamos, de momento en momento, constantemente evaluar y elegir entre la quietud y el movimiento, lo correcto o incorrecto, y lo bueno y malo. La polarización de estas dos fuerzas nos ha mantenido en un estado de constante dualidad, perpetuando automáticamente un falso ser (ego), que existe a partir de la creencia de que necesitamos intentar y constantemente arreglar, controlar y alterar nuestra realidad
Dado que creemos que este ser fantasma – o ego – somos en realidad nosotros, en realidad se ha tornado auto-consciente. Sólo existe en esta dualidad entre los dos opuestos, así que nunca puede vivir en la verdad y unidad del verdadero momento presente. En las relaciones personales, para afirmar su realidad, necesita constantemente tomar y defender una “posición”. Esta posición es, por supuesto, un punto en un lugar que ni siquiera tampoco existe realmente. El ego es un espejismo, por lo tanto no tiene sentido intentar “superarlo”: cuando entramos en el presente, simplemente se desvanece.
El concepto de la poderosa pero perturbadora energía femenina no es nuevo, tampoco lo es la creencia de que las emociones negativas deben ser vencidas, o superadas puesto que ellas en s ́ı misma son la fuente de toda discordia.
Extracto del libro » La maestría de la realidad.»