En nuestra mente limitada y condicionada, entendemos al vacío como «algo que no contiene nada». Esta concepción crea una relación con algo que es desconocido, amenazante y de difícil acceso.

En realidad, el vacío no es un concepto o un estado. Es la existencia permanente de nuestra propia naturaleza. Esta naturaleza contiene todo lo que existe.

El vacío no es realmente desconocido por nuestra parte infinita, simplemente porque ​somos​ el vacío.

Aunque no podamos percibir o identificarnos con esta parte de nosotros, el vacío está en el centro de la creación, el núcleo de nuestra existencia, y el mero núcleo de nuestra quietud y cambio.

El vacío es una paradoja. El vacío contiene toda la potencialidad y está ausente de la cualquiera intención. En el vacío, no eres nada y eres todo. Creas y eres tu propia creación.

El vacío contiene lo femenino y lo masculino, así como las habilidades de crianza de todo lo que existe.

El vacío es la sustancia magnética, nutritiva de lo místico. El místico, o el que comprende la realidad sin la mente, abraza al vacío como su respiración diaria, y como el sustentador de la percepción auto-reafirmante.

El vacío impregna todo, y lo es todo. Está contenido en la mente inquieta y en la mente tranquila. Es nuestro punto de origen y nuestro final.

5 Pasos para desmitificar el vacío

1. Acepta que el concepto de vacío no existe

Mientras estés aferrado a un concepto mental, y mientras la mente esté creando un holograma de tí, no serás capaz de relacionarte con la verdadera naturaleza del vacío.

Las concepciones de tu mente te presentarán con amenazas a «lo desconocido» y un sentido de impotencia o debilidad.

2.- Reconoce que siempre has conocido al vacío

El vacío no es ajeno a tí. Fuiste construido por la dinámica del vacío y estás vivo debido a la presencia del vacío. Tú centro está disponible a la nada, a la quietud y a las potencialidades del vacío.

3.- Acepta la paradoja de la existencia del vacío

No se puede comunicar el vacío con palabras. Sin embargo, puede ser encarnada y transmitida a otros a través del ser místico. Cuando menciono transmitir, es más como una presencia aguzada que permite a otros recordar sus propios vacíos.

4.- Relájate y permite que el vacío te guíe

El vacío y la mente mística tienen una gran alianza, una gran cooperación. Confiar en la habilidad de la no-mente para encarnar, relacionarse y manifestar el vacío es el mayor acto de compasión hacia la vida. Es un avance del ego hacia la inmensidad de la quietud.

5.- El vacío se encuentra en la meditación y en la ausencia de las personalidades parlanchinas.

La meditación es el acto valeroso de reposar en el vacío. Tus personalidades han demostrado ser irreales, y todas las charlas, las negociaciones, los intereses personales, y los encubrimientos, han sido reconocidos y abandonados. El

silencio, o la ausencia de las voces de nuestras personalidades, facilitan el ingreso del vacío en las células del cuerpo físico.

La meditación, o la voluntad de sentarse a conocer el vacío, son el corazón de la naturaleza, el alimento de la madre cósmica y la presencia omnipresente del todo. El vacío es natural para todos nosotros. Es nuestra mente la que crea conceptos que nos separan de la esencia de lo que somos.

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